El...¿último vampiro?.
by Carlos B.
(...tiempo atrás, leí esta noticia en un periódico local, y la verdad, me sorprendió tanto, que decidí transcribirla y relatarla a mi manera hace ya unos años, y hoy, mientras organizaba mis documentos, la he encontrado y me he animado a compartirla por aquí).
Esto, mis queridos, es lo que probablemente, ocurrió de verdad.
(...tiempo atrás, leí esta noticia en un periódico local, y la verdad, me sorprendió tanto, que decidí transcribirla y relatarla a mi manera hace ya unos años, y hoy, mientras organizaba mis documentos, la he encontrado y me he animado a compartirla por aquí).
Esto, mis queridos, es lo que probablemente, ocurrió de verdad.
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Todo ocurrió en Marotinu de
Sus, una aldea de unos... 700 habitantes, mas o menos, situada al sur de
Rumanía, en la región de Celaru, a 50 Km . al este de Craiova.
En ese pueblo de cuento venido a menos, vivía el
desafortunado protagonista de esta nuestra historia; Petre Toma.
El 26 de diciembre de 2003, durante unas lamentables fiestas navideñas por asuntos que no vienen a cuento , y como colofón para terminar de alegrar las mismas a la familia, el anciano y viudo
Petre Toma, con más años que Matusalen, fallecio, unos dicen a causa de un cáncer cualquiera o al menos así aparece reflejado
en el informe médico y en el certificado de defunción, y otros dicen, que el óbito se produjo a causa de los lingotazos de vodka y
aguardiente acumulados a lo largo de su vida, cosa que tampoco seria de extrañar, y, según otros que por allí pasaban, se murió porque
era viejo y esa es la ley de la naturaleza: Se nace, se trabaja, se pagan
impuestos, se crece, se pagan impuestos, nos hartamos de sufrir y finalmente entregamos el
petate, por supuesto pagando el impuesto reglamentario. Hasta luego Lucas y al
hoyo.
Llegado el día del entierro nada
raro alteró el normal desarrollo del evento. Nadie cortó la cinta que ataba los
pies del anciano, nadie tocó las agujas centinelas de su alma. Costumbres
rumanas, cosas típicas y normales en Rumanía, como cualquier otra costumbre de cualquier otra cultura, y así, el
amigo Petre quedó enterrado como mandan los cánones, en el Campo Santo del
lugar.
Se oró por la salvación de su
alma. Le lloraron sus seres queridos, vecinos y sus amigotes de toda la vida, y
tras tomarse un chupito de Vodka (que no falte) en memoria del finado,
regresaron todos a sus casas y aquí paz y después gloria.
... a otra cosa mariposa.
...pero, mira por donde, el asunto comenzó a
torcerse a los cinco días del entierro, y es que, como dijo aquel, si algo
puede salir mal, saldrá mal.
Mirela Marinescu, sobrina política y rumana
buenorra, como dictan las normas, del difunto Petre, cayó enferma.
Vómitos, fiebre, dolores
generalizados y un sin fin de raros achaques se habían apoderado de la buena moza.
...a ver, seamos sinceros, y es
que si esta señora viviese en el paraíso occidental, y hubiese consultado a su
médico de cabecera o de familia, todo se hubiera terminado con;
a: la sobrina buenorra está en estado de buena esperanza (le han metido un gol) y tendrá premio en los nueve meses siguientes.
b: la sobrina buenorra ha pillado el clásico virus indeterminado (es un virus de esos que hay ahora), beba usted mucha agua, guarde cama durante unos días, dos gelocatiles y a correr.
...pero Mirela no vivía atada a los cánones de nuestra cultura, y si vivía atada a los cánones de la suya, por lo que, de forma casi inmediata, recordó la ocasión en que su abuela, y su propia madre, le contaron cierta historia sobre muertos que son capaces de abandonar sus tumbas por las noches y acceden a las casas de sus familiares para, llamando la atención sobre su estado, destrozar la salud de sus deudos o de sus animales domésticos.
a: la sobrina buenorra está en estado de buena esperanza (le han metido un gol) y tendrá premio en los nueve meses siguientes.
b: la sobrina buenorra ha pillado el clásico virus indeterminado (es un virus de esos que hay ahora), beba usted mucha agua, guarde cama durante unos días, dos gelocatiles y a correr.
...pero Mirela no vivía atada a los cánones de nuestra cultura, y si vivía atada a los cánones de la suya, por lo que, de forma casi inmediata, recordó la ocasión en que su abuela, y su propia madre, le contaron cierta historia sobre muertos que son capaces de abandonar sus tumbas por las noches y acceden a las casas de sus familiares para, llamando la atención sobre su estado, destrozar la salud de sus deudos o de sus animales domésticos.
...fiesta!!! fiesta!! esta noche fiesta!!!!
Independientemente de lo alegre
de los cuentos que le contaban la madre o la abuela, que desde
luego, tenían tela, se ha de tener en cuenta que la cultura popular
de los pueblos perdidos de Europa del este, tiene otra forma distinta de
entender la vida y la muerte, y está perpetuada de generación en generación, sin que
los libros en las escuelas, los políticos o los sacerdotes se interpongan en su
difusión, cosa que ya de por si, es envidiable. Tradiciones y costumbres
que no se pierden, sean las que sean.
...curiosamente igualito que aquí, que también conservamos nuestras mas viejas tradiciones y aun seguimos masacrando animales a modo de festejo nacional, sin ir mas lejos, eso si, el tercer mundo son siempre los demás, nosotros nunca, y es que las comparaciones, suelen ser odiosas....en fin, que divago y me pierdo.
...curiosamente igualito que aquí, que también conservamos nuestras mas viejas tradiciones y aun seguimos masacrando animales a modo de festejo nacional, sin ir mas lejos, eso si, el tercer mundo son siempre los demás, nosotros nunca, y es que las comparaciones, suelen ser odiosas....en fin, que divago y me pierdo.
Volviendo al tercio que nos
atañe, el asunto estaba claro; sobre todo para la tal Mirela Marinescu,
que cuando comenzó a contar a sus allegados que por las noches veía la jeta del
tal Petre y que este entraba en su habitación, con, a saber que intenciones, y
que con una boca, no dos ni tres, una boca ensangrentada, y le lamía la cara, terminó
de ganarse la fidelidad y la credulidad de los parroquianos a golpe de
acojone.
Después, contaba que cuando
despertaba anegada en sudor, las alucinaciones, para colmo, no
desaparecían.
Mirela Marinescu aka sobrina no tan buenorra.
Contoles también la sobrina
buenorra, que escuchaba pasos en el piso inferior y las maderas de la
escalera crujían de manera siniestra, como cualquier escalera de madera que se
precie, haciendo resurgir en su mente la imagen de su puñetera abuela, sentada frente a la lumbre contándole como un
familiar muerto, cuando no puede desligarse de las ataduras de este mundo,
recurre de tan singular manera a sus parientes vivos para demandar ayuda, pero
claro está, a su manera, la manera rumana de toda la vida; que no es otra que
tocando los huevos a la concurrencia a las tres de la madrugada.
Huelga decir que en estos casos no hay golpes, niñatos guaperas, vasos que vuelan y se rompen, muebles que se mueven, tías buenorras, o no, que están en el mundo, únicamente para ser mordidas, y/o personas inocentes ajenas al no muerto, que se ven inmersas en un mudo sobrenatural de los vampiros. En estos casos, y según las tradiciones balcánicas, el difunto, se dirige a sus familiares minándoles la salud, incluso llegando a producirles la muerte a través de una o varias enfermedades más bien psíquicas (depresión, pánico, stress emocional…etc.).
...y es que familia no hay mas
que una.
Resumiendo, que la tal Mirela
Marinescu cada vez estaba más convencida de que era el espíritu de su difunto tío-abuelo, Petre Toma, el que le causaba todos aquellos síntomas para llamar
la atención y pedir que le liberasen de este mundo, asegurando además, que lo
había visto y que siempre, en plena noche trás sus tétricas
visiones, escuchaba el escalofriante aullido de algún perro de la aldea.
...que este que escribe, aun no
sabe que tiene que ver un pobre chucho aullando seguramente
de frío, con el pobre Petre Toma y el papelón que le han
endosado por tener la mala pata de morirse, pero en fin, yo continuo la
historia y me limito a relatar.
Si analizamos lo relatado hasta
ahora, no encontraremos nada extraordinario. El hecho de tener un bajón en la
salud, incluso cierto grado de alucinaciones relacionadas con el ser querido,
es relativamente habitual. Los psicólogos están acostumbrados a atender
pacientes que acuden a sus consultas afirmando haber hablado con el ser querido
o haberlo visto deambular por la casa.
Curiosamente existe un estudio en España donde las estadísticas demuestran que siete de cada diez viudas afirman haber percibido, durante las jornadas posteriores al entierro, a sus maridos paseando por el dormitorio; no así en los viudos, en que el porcentaje apenas alcanza el 20%. ...alguna explicación habrá.
Curiosamente existe un estudio en España donde las estadísticas demuestran que siete de cada diez viudas afirman haber percibido, durante las jornadas posteriores al entierro, a sus maridos paseando por el dormitorio; no así en los viudos, en que el porcentaje apenas alcanza el 20%. ...alguna explicación habrá.
Claro está que en las aldeas
rumanas el tratamiento psicológico se aplica a base de lingotazos de vodka de
garrafón, mucho más efectivo y, sobre todo, mucho más barato, con el
resultado añadido de que, lo que a
posteriori se relate, sea lo que sea…se da por cierto.
Así están las cosas en el pueblo a solo 6 días pasados del sepelio del buen Petre, que entran en acción las fuerzas especiales del pueblo, es decir, los familiares, vecinos y amigos del difunto,
que, hasta las trancas de mata-ratas y mas aburridos que el clavo de un
calendario, deciden ponerse manos a la obra y aportar su particular solución al
problema.
Convencidos estos, de que era su
espíritu del pobre Petre, el que la estaba liando en el pueblo a ritmo de
sarandonga nocturna y a costa de acojonar a la sobrina buenorra, se pusieron a
repasar todo el ritual funerario del sepelio, tratando de encontrar donde
habían podido fallar para que se creara aquel desaguisado y poder desfacer
semejante entuerto; ¿Se habría olvidado el cura ortodoxo alguna oración? ¿Pudo
alguien modificar la cinta que ataba sus pies o las agujas que protegían su
alma? ¿Tendría alguno de los presentes alguna inquina inconfesable contra
Petre? Hasta las trancas de Vodka como iban, día si, día también, obviamente la caterva de iluminados no dieron con la clave; así que, tras admitir que la memoria le puede
fallar a cualquiera, aunque este sea un cura ortodoxo y no hiciera otra
cosa en su vida, mas que casar y enterrar a los parroquianos del vecindario,
comenzaron a preparar el plan operativo para aplicar la destrigoización o
desvampirización (en rumano, vampiro es strigu o strigoyu) y liberar al vampiro
de sus ataduras y, que de paso, les dejase a ellos, a los vecinos, al perro que
aullaba y a la sobrina buenorra, en paz, de una puñetera vez.
Aportando ideas y soluciones, hay
que reconocer que los acólitos del difunto Petre, se quedaban solos.
Unos abogaron por un ritual, según el cual, era necesario quemar el corazón del
difunto (..hace falta ser bruto), otros aseguraron que era imprescindible
cortar el cuerpo en dos pedazos (si lo hacemos lo hacemos bien), otros, los
menos, recordaron como imprescindible el clavar una aguja de coser en el pecho
del vampiro (..una aguja de coser???), alguno, recordó que lo más efectivo era
una estaca de madera..etc.
Cada uno aportó su parte de ritual recordada, así que, para asegurarse la efectividad y hacerlo de manera democrática, decidieron aplicar al pobre Petre toda la parafernalia, independientemente del orden a seguir, así seguro que no habría error.
Cada uno aportó su parte de ritual recordada, así que, para asegurarse la efectividad y hacerlo de manera democrática, decidieron aplicar al pobre Petre toda la parafernalia, independientemente del orden a seguir, así seguro que no habría error.
El plan estaba trazado, los
efectivos listos y las armas cargadas (picos, palas, estacas y agujas de costura...), luego se retiraron a sus casas, en medio
de una noche lluviosa y fría, mirando a su alrededor con temor. Se dice, que
aquella noche, se escucharon gritos en las solitarias calles de Marotinu... que de ser
así, seguramente serian los gritos del pobre Petre, de imaginar la mandinga que
se le venia encima, a manos de la comparsa reunida en el bar un par de horas
antes.
Otros aseguran que no escucharon nada en absoluto, aunque lo que no hemos de olvidar, digan lo que digan los habitantes de tan curioso pueblecillo, que los esporádicos visitantes alegan que en aquel pueblo todo el mundo, casi sin excepción, ha perdido algo más que algún tornillo, por no decir que lo único cuerdo...son las cabras del establo.
Otros aseguran que no escucharon nada en absoluto, aunque lo que no hemos de olvidar, digan lo que digan los habitantes de tan curioso pueblecillo, que los esporádicos visitantes alegan que en aquel pueblo todo el mundo, casi sin excepción, ha perdido algo más que algún tornillo, por no decir que lo único cuerdo...son las cabras del establo.
La intentona para liberar de este
perro mundo al espíritu de Petre se efectuó en la madrugada del 8 de enero de
2004. El comando de fuerzas especiales, para estos menesteres estaba formado
por seis ciudadanos de Morotinu, encabezado por Gheorghe
Marinescu, vecino del presunto vampiro y sin parentela aunque si con el mismo apellido que la sobrina bueno tras Mirela marinescu, que tras meterse, como no, entre pecho y espalda medio litro del mata-ratas asqueroso que tienen a modo de chato de vino, y armarse de azadones, horquillas, linternas, palos y
demás tecnología de ultimísima generación, se dirigió resueltamente
camino del cercano cementerio, no sin antes rechazar con un par de soplamocos a
la alegre chiquillería que se había añadido al grupo y no se quería perder
ningún detalle, de la barbarie que a costa del muerto y las tradiciones del
lugar, iban estos a realizar en el cementerio esta tarde noche.
Este es Gheorghe Marinescu, y su diente. co
Vecino del vampiro y jefe de las fuerzas especiales de Marotinu de Sus. Vista la imagen sus acciones ya no sorprenden tanto.
Este señor tan jovial y tan feliz es el tal Petre Toma... 20 años antes de morirse, obviamente.
...y este es un paisano que estaba allí y se hizo una foto.
Desde las ventanas, las viejas
del visillo del pueblo, espiaban los movimientos de los valientes vecinos,
mientras las más ancianas rezaban letanía tras letanía pidiendo protección a
todos los santos de la corte celestial ortodoxa, del primero al último.
Algún que otro vecino de los menos valientes, o menos borrachos...o de los mas sensatos la verdad sea dicha, recordó que tenía que hacer algo ineludible en la aldea vecina y no se le vio en todo el día.
Algún que otro vecino de los menos valientes, o menos borrachos...o de los mas sensatos la verdad sea dicha, recordó que tenía que hacer algo ineludible en la aldea vecina y no se le vio en todo el día.
Unos minutos después, en plena oscuridad y en medio de
un silencio sepulcral, se dejó oír el estridente chirrido de la verja del
cementerio.
Camposanto o cementerio de Marotinu de Sus. Eso de noche, acojona el doble.
Comienza el show.
Entre el tablón de vodka que
llevaban a cuestas, y los chuzos de punta que caían aquella noche en el
cementerio del pueblo, dos horas estuvieron los seis paisanos, a pico y pala,
cavando en la todavía no compactada tierra hasta que el azadón de Gheorghe
Marinescu topó con la madera del féretro. Que nervios!!.
Antes de decidirse a levantar la
tapa del ataúd, dos de los presentes tuvieron que recurrir a un buen trago de
una botella de vodka que asomaba impúdicamente del bolsillo de la chaqueta de
uno de los valientes libertadores, y es que hay cosas, que mejor se resuelven
“tajao” que sereno. El momento clave había llegado.
Con sumo cuidado Gheorghe
Marinescu levantó la tapa, y seis pares de ojos inmensamente abiertos juran
perjuran y perjurarán, que el cadáver del viejo Petre no estaba en la posición
en que fue enterrado. Estaba de costado como si de un sofá se tratase...como
viendo la tele vamos, con la cabeza vuelta dirigiendo la mirada de sus
ojos abiertos a los asustados libertadores, y los inmaculados zapatos con
que había sido enterrado, aparecían cubiertos de barro.
Tonto el último.
La desbandada fue inmediata. A
ritmo de pies para que os quiero, los seis "marines" abandonaron
al inquilino de la fosa, más tieso que la mojama, en su pequeña “parcela”,
y tras dejar abandonadas las herramientas y linternas
junto a la abierta tumba, no tardaron ni seis segundos en llegar a sus casas y
ocultarse en los rincones más insospechados de sus hogares.
No se donde he oído yo que el
mundo, lo hacen los valientes.
Por supuesto, aquel día cesó toda
actividad en Marotinu de Sus; sólo un labrador despistado recorrió sus calles
de regreso, según él, de las faenas del campo y no del bar, y tuvo la mala
suerte de toparse con el vampiro, que le preguntó si sabía lo cobardemente que
se habían comportado sus paisanos.
El labrador, recordando aquello
de que a las mujeres, a los borrachos y a los vampiros no hay que llevarles la
contraria, se limitó a contestar, que parecía que hacía fresco aquella tarde, y
aceleró su paso para esconderse en el fondo del pesebre para las cabras. Mira
que hay sitios. En fin.
Aquella noche Mirela Marinescu
volvió a soportar la presencia del vampiro que atronó la aldea con risotadas y
criticas despectivas hacía los seis valientes que deberían haber sabido liberar
su alma.
Encima, con cachondeitos.
Pero mira por donde, ese fue el
error del vampiro Petre Toma. El cachondeito a costa del vecindario.
Nadie se ríe impunemente de los
maridos de las rumanas, a excepción, claro está, de las propias rumanas.
Así que cuando a la mañana
siguiente Mirela Marinescu contó que el vampiro se coló nuevamente en su
habitación descojonandose de la "valentía" de los hombres de la
aldea, las mujeres sacaron a alpargatazos de sus escondites a los seis
paisanos, les dieron a beber vodka (esta vez un litro por cabeza), y cuando
advirtieron que el alcohol comenzaba a hacer efecto, ellas mismas les
facilitaron las herramientas y los pusieron en la puerta con la advertencia de
que no volverían a pasar ese umbral si no terminaban correctamente con su
misión.
De nuevo los marines de camino al
camposanto, bañados en vodka del barato. El comando se encaminó con decisión y
con una galleta del catorce, patrocinada por el vodka de garrafón ingerido, en
dirección al cementerio, y tras volver a disolver a bofetones a la chusma
infantil que nuevamente se les había añadido (esta juventud.. no aprenden
nunca), se plantaron ante la tumba abierta el día anterior.
De nuevo fue Gheorghe Marinescu
quien toma la iniciativa, y esta vez hunde con fuerza la horquilla sobre el
pecho del finado. A continuación, la retahíla de golpes, mazazos,
bastonazos, estacazos, hachazos..etc, que recibió el que en vida fue el pobre
Petre Toma, fue épica.
“No fue fácil”, cuenta Gheorghe,
sobrino del difunto, cual futbolista entrevistado a la media parte de un
partido. “Tuve que hacer mucha fuerza para traspasarle; incluso me tuve que
ayudar con el pie, pero conseguí quebrarle las costillas. Luego saqué el
corazón y lo pinché como una albóndiga”.
Solo le faltó hablar del mister.
En fin.
No terminó aquí el rito de
destrigoización. Una vez arrancado el corazón los libertadores hicieron un
descanso y se trincaron otra botella de vodka cada uno para celebrar el éxito
conseguido. Luego hicieron un gran fuego en un cruce de caminos y echaron el
órgano a las llamas. Con más alcohol que la cantimplora de un cosaco, poco tardó el corazón en carbonizarse y convertirse en
cenizas. Ya solo faltaba espolvorear las cenizas en un recipiente con agua y
darlo a beber a toda la gente de la aldea (esta vez los chavalillos estaban
incluidos). Menuda farra!
Todo había acabado felizmente.
Los vecinos de Marotinu de Sus habían cumplido con su obligación a pesar de la
“espantá” inicial, las mujeres se habían tragado su desplante, la chiquillería
había participado en la “fiesta”, Mirela había sanado y Petre había salido
disparado a enfrentarse con el juicio final, con abogado de oficio. Las cosas
volvían a su naturaleza y la vida en Marotinu de Sus seguía su historia con los
únicos problemas que habitualmente se dan en el mundo de los vivos. Todo
parecía perfecto, el sol salia de nuevo, los pajarillos cantaban, las flores...florecian,
la música subia de volumen... hasta que, y hablando de flores, entró en escena la viuda Florea Cotorán, nuera del difunto Petre, residente desde hacía bastante tiempo en la
ciudad de Craiova, y por lo tanto, ajena al pitote montado en su aldea natal en
torno a la muerte de su padre político.
Cuando Florea tuvo conocimiento
de la sarracina montada por sus paisanos, y en particular por sus parientes
directos, montó en cólera y en menos que tarda en desaparecer un caramelo en la
puerta de un colegio, se presentó en Marotinu de Sus.
Los pájaros dejaron de cantar, la flores dejaron de florecer, la
música bajo de volumen y el cielo, se nubló. Apenas tuvo delante al sorprendido
Gheorghe Marinescu, le sacudió tal sopapo que le sacó, de manera inmediata, de la
resaca de vodka del día anterior. Después anunció la intención de denunciar los
hechos a las autoridades competentes. Cosa que, por supuesto, hizo.
Por supuesto que trataron de
convencerla de la obligación moral que tenían de haber realizado el ritual
¿acaso aprobaba que su padre quedase atado al mundo de los vivos para toda la
eternidad? ¿ Debían permitir que el difunto, campara a sus anchas por
el pueblo a ritmo de susto y mordisco, y encima con la sorna del cachondeito,
hasta que las ranas criaran pelo?, ¿Qué otra cosa podían hacer? ...,pero no
hubo manera de convencerla; Florea continuaba decidida a liarla
judicialmente.
...al menos alguien en esta
historia, de momento, tiene dos dedos de cordura.
...de momento.
...de momento.
Las criticas hacía la urbanita no
tardaron en extenderse por la aldea. ¡Claro! Una mujer que ya no hace caso ni
recuerda lo que la enseñaron sus mayores. Una mujer contaminada por el progreso
capitalista y consumista. ¿Cómo iba a entender el acto de caridad que se habían
visto obligados a realizar sus convecinos?
Pocos meses después comenzaba un
proceso contra los seis hombres que participaron directamente en el vampiresco
circo, y que no llegaban a entender, o al menos no compartían los motivos de su
detención.
Durante el proceso, la prensa
nacional, y la internacional en menor medida, se hicieron eco del suceso. El
profesor Constantin Balaceanu-Stolnici, último descendiente de Vlad-Tepes, mas
conocido por el populacho como Drácula, haciendo gala de un olfato para ganar
pasta digno de los Rockefeller, alcanzó gran notoriedad y aumentó sus
ganancias, debido a la gran cantidad de conferencias que tuvo que prodigar,
por, prácticamente, toda Europa.
Como siempre, la prensa
sensacionalista se inventó una historia paralela en la que, poco más o menos,
en Marotinu de Sus, los habitantes vestían todos con la típica capa que aparece
en la iconografía de Drácula y andaban revoloteando todas las noches por los
tejados de la aldea, como si no tuvieran otra cosa que hacer, que andar dando
brincos noche tras noche, con un frío del demonio, y a riesgo de
darse un costalazo de padre y muy señor mío, con el único y no remunerado fin
de emular al héroe nacional del país, que, mire usted por donde,
de golpe se había puesto de moda.
...que la verdad sea dicha; conociendo a los paisanos del pueblo, tampoco hubiera sido algo de extrañar.
...que la verdad sea dicha; conociendo a los paisanos del pueblo, tampoco hubiera sido algo de extrañar.
Pero las alarmas de verdad,
sonaron a los pocos días del comienzo del juicio; justamente cuando Florea
Cotorán, la nuera del difunto Petre Toma, subió al estrado para declarar que no
había denunciado a sus familiares por profanar la tumba, acción con la que
estaba de acuerdo, sino por haber practicado un ritual con el que no estaba de
acuerdo.
En los juzgados no daban crédito a sus oídos. Aquella mujer jamás dudó de que su suegro se hubiera convertido en un strigoi, (vampiro en rumano) ni tampoco dudaba de las febriles alucinaciones de su prima política, la buenorra, Mirela; el problema estaba en que el ritual de liberación que ella había aprendido de su propia madre, no incluía parte del ritual que los seis aldeanos habían empleado con el difunto, y por tanto, consideraba que su suegro seguía muerto y anclado al mundo de los vivos, y ella no podía realizar “su” ritual al haber arrancado y quemado el corazón de su padre político.
En los juzgados no daban crédito a sus oídos. Aquella mujer jamás dudó de que su suegro se hubiera convertido en un strigoi, (vampiro en rumano) ni tampoco dudaba de las febriles alucinaciones de su prima política, la buenorra, Mirela; el problema estaba en que el ritual de liberación que ella había aprendido de su propia madre, no incluía parte del ritual que los seis aldeanos habían empleado con el difunto, y por tanto, consideraba que su suegro seguía muerto y anclado al mundo de los vivos, y ella no podía realizar “su” ritual al haber arrancado y quemado el corazón de su padre político.
...es decir, que si, que mi padre
se convirtió en vampiro, eso no lo dudo, pero lo habéis matado mal y ahora
queda por los siglos de los siglos, entre pinto y Valdemoro, por eso os
denunció.
Con dos cojones, a tomar por culo
los dos dedos de cordura.
Finalmente, el juicio, se supone se declaró nulo. Pero eso no lo cuentan.
Florea Marinescu, esposa de Georghe marinescu y vecina de Petre Toma.
Finalmente, el juicio, se supone se declaró nulo. Pero eso no lo cuentan.
Cementerio de Marotinu de Sus durante el juicio
reconstrucción del destrozo realizado en la tumba de Petre Toma.
Y esta, mis queridos, es la
historia del último vampiro de Europa, del cual no se sabe si aun ronda por ahí
o no, después de la carnicería mal practicada por los
impresentables acólitos del difunto. El creérsela o no, ya es
decisión de cada uno y de la calidad del vodka.
Yupi!
CarlosB.